Barrio Lastarria: Solicito que por favor se revise mi queja

Compartimos la carta de una vecina del barrio Lastarria-Parque Forestal-Bellas Artes respecto a los ruidos molestos y la falta de fiscalización en el sector.

Barrio Lastarria: Solicito que por favor se revise mi queja durante la madrugada del día 15 de marzo de 2019

Sr. Felipe Alessandri Vergara
Alcalde de Santiago
Presente.

Estimado Sr. Alcalde,

Me dirijo a usted para presentar una queja. Lo hago directamente a usted por que la queja en cuestión representa un ejemplo más de un problema constante para los vecinos del Barrio Lastarria, situación que ya otros han abordado en, por ejemplo, cartas al editor, “Degradación acelerada de Barrio Lastarria”, de Elena Stephens y Rosa María Bulnes (ver aquí).

Mi queja refleja, una vez más, la degradación de la calidad de vida para los vecinos del Barrio Lastarria, lo que hace que muchos abandonen, o consideren alejarse del barrio, lo que tiene consecuencias adversas para el barrio, la ciudad y sus habitantes, punto que retomaré al final de esta carta.

También quiero expresar el abandono e impotencia en que nos encontramos por cuanto no vemos apoyo de las autoridades en la realización de controles periódicos, respuesta a los reportes y solicitud de ayuda en los tiempos adecuados, y aplicación de las leyes existentes—demás está decir que como zona típica, Lastarria requiere ordenanzas que ayuden a proteger su carácter—.

El viernes 15 de marzo, 1:45 hrs de la madrugada, se realizaron trabajos de construcción (aparentemente remoción y entrega de materiales). Para esto utilizaron un camión el que se ubicó en un principio en la Calle José Victorino Lastarria 138 frente al (Restaurante Victorino), y luego en José Victorino Lastarria 276 (restaurante Bocanariz) y José Victorino Lastarria 282 (restaurante Chipe Libre). Cabe notar que a esas horas de la madrugada el restaurante Victorino aún tenía clientes ocupando mesas en la vereda. Aparte del ruido que estos trabajos causaban, el camión mantuvo su motor encendido por aproximadamente 1 hora, causando contaminación acústica y ambiental.

Mi primer contacto con Seguridad Santiago (S. STGO) fue a las 2:11 am, después de cerciorarme de que no se trataba de los camiones que recogen la basura u otra situación pasajera. A las 2:22 am, S. STGO me informó que personal de seguridad concurriría al lugar prontamente. Como seguridad no llegó (2:35 am), y la situación continuaba frente a la ventana de mi dormitorio, decidí salir para tratar de entender la situación.

Efectivamente, el camión en ese momento recogía materiales de construcción de Lastarria 276 y 282, el motor continuaba encendido, los trabajadores se gritaban instrucciones y se reían como si fuera mediodía. Nadie responsable de la situación dio la cara, aunque había algunas personas en la entrada de Bocanariz. Según entendí por las actitudes de los trabajadores, no contaban con permiso. La patente del camión es KZ4968 (tengo fotos y un video), información que envié a Seguridad Santiago. Sin embargo, recién a las 7:19 hrs de la mañana, recibí una respuesta de S. STGO informando, textual, “que ha sido negativa situación reportada” (ver imágenes adjuntas).

Tres días antes (12 de marzo) también se realizaron trabajos de construcción en José Victorino Lastarria 276, lo que reporté a las 2:15 am. A las 3:30 am los ruidos aún continuaban, sin que las autoridades tomaran medidas para proteger el bienestar de los vecinos. En este caso, tampoco hubo una respuesta de S. STGO (adjunto imágenes de la comunicación con S. STGO).

En una inspección realizada en el barrio Lastarria el día 6 de diciembre pasado, como resultado de las muchas quejas de los vecinos, se encontró que la mitad de los locatarios de restaurantes no cumplían con las ordenanzas y no contaban con licencias para usar las veredas, o sea no pagaban los derechos correspondientes; otros tenían sus licencias vencidas; y/o su mobiliario (mesas, sillas y quitasoles) utilizaba el espacio que corresponde a la circulación peatonal (adjunto informe de la Municipalidad). Por peatones se entiende que somos todos los que transitamos, los padres con coches, personas en silla de ruedas, grupos de turistas, personas de toda edad con movilidad reducida.

En estos ejemplos queda en evidencia la falta de resguardo en la que nos encontramos, enfrentados a la falta de consideración de los locatarios de este barrio y a la falta de protección de nuestros derechos por parte de las autoridades.

¿Por qué le escribo para que nos ayude a mantener vivo y sano nuestro barrio? Son las situaciones como las antes señaladas, las que generan la degradación del barrio en el cual nosotros, los vecinos, invertimos nuestro día a día, nuestras vidas, nuestro trabajo. Yo soy una más de los tantos vecinos que cuidan el patrimonio, que crean jardines alrededor de los árboles, que ha creado esculturas alrededor de estos para protegerlos del vandalismo, que cuidamos a los perros abandonados para que sean llevados al veterinario con regularidad y para generar oportunidades de adopción. Somos nosotros, los vecinos, los que dan cuenta de una forma de vida de barrio, los que hacen que exista un equilibrio saludable donde tanto los niños como los adultos mayores y los jóvenes puedan convivir.

Barrios tales como Bellavista y Av. Suecia en Providencia han sido destruidos por la codicia de algunos y la falta de una planificación que permitiera la diversidad respetuosa entre actividades comerciales/entretenimiento y habitabilidad. Es el reconocimiento de la “complejidad urbana”—la buena convivencia entre personas, actividades, un medioambiente sano—, lo que permite que los barrios perduren en el tiempo. Sustentabilidad en el tiempo es clave en la cultura que caracteriza a un barrio típico. Los barrios no son restaurantes o discos, esos sí tienen ciclos.

Nuestras ciudades han seguido los patrones de las ciudades europeas: el Parque Forestal, nuestros barrios antiguos con sus plazas, edificio de correos, escuelas, arquitectura, centros cívicos e iglesias, todos han emulado las ciudades y pueblos de Francia, España, Italia entre otros. En este sentido debemos preguntarnos como sobreviven los barrios europeos, esos que son atractivos tanto para los turistas como para su población local y que perduran en el tiempo. ¿Qué sería de la ciudad de Bolonia, o del barrio judío de París, Pletzl, si sus habitantes—los que mantienen las tradiciones vivas—, se vieran obligados a abandonarlos debido a las continuas fiestas, borracheras, grafitis y ruidos a altas horas de la noche?

El barrio Lastarria, barrio histórico y zona típica, nos presenta una oportunidad de responder a la codicia, a las miradas cortoplacistas y a la falta de consideración de los locatarios. Aún tenemos la oportunidad de transformar este barrio en un espacio de diálogo respetuoso entre todos los que habitan el lugar (sea viviendo, visitando o trabajando). Las ordenanzas ya consideran los espacios “mínimos” de circulación en las veredas, que el número de patentes de alcohol debe ser moderada y en general, que estas actividades no pueden realizarse a expensas del bienestar de los habitantes—estamos hablando de buenos modales, de cortesía y consideración—.

No es el interés de los que vivimos en el barrio coartar las actividades, sino, reducir las externalidades que estas generan para que realmente contribuyan a la vida del barrio. Por ejemplo, las bandas de música no necesitan un volumen alto para entretener a los transeúntes que se agrupar a escasos 4-5 metros de ellos. El volumen por lo tanto puede moderarse y no convertirse en una molestia continua para quienes habitan los edificios circundantes. En los barrios típicos de Europa el bullicio cesa a las 10 pm, 12 am los fines de semana. Existen multas importantes para quienes no acatan las ordenanzas. Tal como en el Metro de Santiago, podrían existir espacios definidos y con los servicios correspondientes donde los músicos pudieran realizar sus actividades en horas definidas.

Son los habitantes los que dan a los barrios sus atributos, los que se expresan en sus edificios, modos de vida, tradiciones e instituciones. Es el comercio el que necesita y se beneficia del carácter de los barrios para sus emprendimientos y no al revés. El comercio puede fortalecer los modos de vida del barrio, o destruirlos.

Los vecinos necesitan dormir, trabajar, llevar a sus hijos al colegio, envejecer con dignidad y sentido de pertenencia. Los vecinos son el termómetro de un barrio sano, los que aseguran que el barrio se mantenga activo de día y los que no abandonan el lugar a su suerte durante la noche contribuyendo a la seguridad de todos. Sin los habitantes los barrios son sólo una fachada.

En este caso puntual, solicito que por favor se revise lo sucedido en relación a mi queja durante la madrugada del día 15 de marzo. Además, solicito que las autoridades cuiden de sus habitantes, que no sean éstos los que se vean obligados a fiscalizar y a exponerse a situaciones para las cuales no cuentan con autoridad y que podrían exponerlos a riesgos. Nuestra ciudad debe cuidar a sus habitantes para que éstos no tengan que emigrar dejando en evidencia la mentira de la existencia un barrio cultural.

Quedo atenta a su respuesta.
Saludos,

Beatriz Maturana Cossio
(PhD, M.Urb, U.of Melbourne | Architect RMIT Australia)
FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO UNIVERSIDAD DE CHILE
ADJUNCT PROFESSOR OF RMIT UNIVERSITY